viernes, 4 de octubre de 2013

¿Y AHORA A QUE JUEGO?




Cuando somos niños,  nadie nos dice que hagamos tal o cual ejercicio o que necesitamos tantas cargas, volúmenes, repeticiones. Nos movemos de forma natural, paramos cuando necesitamos descanso o nos movemos hasta estar exhaustos. Se puede decir que estamos muy conectados con nosotros mismos, con lo que el cuerpo nos pide en cada momento y eso se percibe en la ausencia de sufrimiento a la hora de jugar (hacer actividad físico deportiva).

A medida que crecemos y debido a numerosas causas (entorno, estrés, acontecimientos..), la mayoría perdemos la facultad de escuchar nuestro cuerpo, de conectar con lo que necesita. Buscamos métodos, entrenadores, “salvadores” o modas que nos marquen lo que tenemos que hacer o cuanto tenemos que hacer. Quizá solamente recomendaría a aquel que nos ayude a que aprendamos a escucharnos. Lo siento, nadie que esté fuera de ti tiene una receta, o las “tablas de moisés” donde esta lo correcto o incorrecto. Lo que ocurre es que es más fácil no asumir que somos responsables de nuestra salud y de lo que a nuestro cuerpo le ocurre, buscando a otros para que nos digan lo que tenemos que hacer, y así, echarles la culpa si algo no sale bien.

Por lo tanto, tenemos que prestar atención al diario de entrenamiento y observarnos en el mismo para reconocer que es lo que nos sienta y no nos sienta bien. Se trata de un proceso en el que hay que tener en cuenta a la persona de forma global (y nadie mejor que uno mismo para saber eso),

Cada persona es única y responde a unos determinados estímulos de entrenamiento, incluso para dos personas que hagan la misma actividad, no sucede lo mismo por que interiormente cada uno lo percibe desde su experiencia y actitud. Así pues cada uno tendrá que ir seleccionando la actividad, los estímulos y las cargas que le proporcionan una satisfacción en un mayor número de niveles (no sólo a nivel de salud, sino también social, laboral…)

            Bajo mi punto de vista existen algunos criterios para elegir una determinada actividad física antes que otra si buscamos objetivos relacionados con el bienestar y la felicidad:
La energía: aquellas actividades que elevan tu energía. Cuando estás alegre, atento, concentrado, positivo, te encuentras en un nivel alto de energía, independientemente de que tu cuerpo pueda estar cansado de forma puntual.
Aprendizaje: Eres capaz de aprender con regularidad habilidades nuevas y de incorporarlas a tu bagaje motriz. Este aprendizaje se extiende también a otras áreas de tu vida.
Concentración: te es fácil concentrarte y encuentras pocos elementos que te distraigan mientras estás haciendo la práctica.
Motivación: Se encuentra muy conectada contigo a nivel emocional, y sientes ganas de hacerla. Te resulta relativamente fácil cerrar los ojos e imaginarte haciendo esa actividad.
Recuperación: no necesitas excesivo tiempo para recuperarte físicamente del esfuerzo que has hecho.
Fluidez: Se suele ir pasando etapas de aprendizaje con relativa facilidad, percibiendo un esfuerzo que no supone un gran sacrificio.
Fin en si mismo: Realizas la actividad no por un fin estético, de salud u otro, si no como un fin en si misma, por que disfrutas haciéndola, te hace ser tu mismo. Cuando realizas esa actividad te sientes bien, libre de miedos, preocupaciones, etc. Normalmente cuando acabas esa actividad también sueles encontrarte bien, debido a que el entrenamiento ha producido un estímulo adecuado para que se produzcan diversas reacciones en el organismo.

            Necesitamos el movimiento, por que de hecho, somos movimiento. Los requerimiento de la vida actual, con el sedentarismo, comidas basura, estrés… hacen del ejercicio una actividad fundamental. Elige el tuyo, y elígelo bien. Aquí tienes algunas señales, pero al final eres tu quien gracias a tus sensaciones, a estar conectado con tu cuerpo, con tu esencia, el que debe elegir, por que sólo tu tienes las respuesta.



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario